12º El Principio de
acumulación de las acciones.
"Los actos contradictorios o unitivos
se acumulan en ti. Si repites tus actos
de unidad interna, ya nada podrá detenerte".
Aquí
se quiere decir que todo acto que se
realiza
queda grabado en la memoria y desde allí influye en las otras vías. Por
tanto, la repetición
de actos que dan unidad interna
o que generan contradicción, van
formando una conducta que condiciona a las acciones posteriores en alguno de
los dos sentidos. Repetir los actos de unidad interna, significa ejercitar los Principios en la vida diaria. También se da a
entender que no se trata de la repetición
de un acto (o de un Principio aislado),
sino de un conjunto de actos de unidad interna.
Sin
duda que al
ejercitar todos los
Principios, nos encontramos con
una disciplina integral,
capaz de ir transformando nuestra condición sufriente en una nueva
forma de vida de
creciente unidad interna y,
por tanto, de
creciente felicidad.
A veces,
sumando actos contradictorios, se
construye la vida de una persona o de un conjunto humano. También sucede que
pueden aparecer muchos resultados exitosos durante un tiempo, pero antes o después se producirá la catástrofe porque la
base de toda esa vida es falsa. Mucha gente ve solamente las anécdotas exitosas, pero no
alcanza a comprender el proceso de esa
vida y, sobre todo, su absurdo final.
Desarrollemos una leyenda que nos ilustre
sobre la acumulación de actos contradictorios:
Un
príncipe orgulloso decidió construir una enorme torre que llegara
a lo alto de los cielos. Para ello reunió a un tercio de sus hombres y les encomendó el trabajo.
A
excepción de los sabios, la
población se había corrompido como su
príncipe. Era aquel reino rapaz de sus vecinos y vanidoso de las riquezas.
Pasaron
los años y la construcción
fue subiendo hasta
las nubes. Pero a medida que se elevaba,
los problemas crecían. Las fuerzas del reino cada vez mas, debían
adquirir nuevos recursos y animales y esclavos.
Entonces,
el tercio inicial seguía
trabajando en la torre, pero luego hubo que sumar otro tercio
a la guerra y un tercio aún al transporte, equipo, administración y
artesanía. Continuaron pasando los años y todo se seguía agregando. Como el
esfuerzo se suma al esfuerzo, las
piedras se sumaron a las piedras.
Y
la torre seguía
llevándose hacia las alturas
toda la riqueza, todo el poder, todo el sufrimiento. Era como cuando los
mares evaporan sus aguas y estas suben, pero la tierra aumenta en su tristeza porque el agua no vuelve a
ella; porque no llueve, porque hay sequía.
Entonces,
los sabios explicaron al príncipe las consecuencias que debían
sobrevenir del monstruoso
proyecto, pero fueron silenciados...
Así,
al crecer la torre,
creció también la soberbia
del soberano y de los súbditos,
hasta que estos dijeron: "Esta
torre que servirá para
respeto y sumisión de todas
las naciones, requiere que
sus constructores estén a
la altura de
tanto mérito. Por lo tanto
las órdenes de los
ingenieros, de los arquitectos, de los maestros talladores y de los que
dirigen el izado, deben ser dadas según jerarquías y desde la
altura de la torre que corresponda a su
dignidad".
Ocurrió
entonces que todos quisieron dirigir desde el último tramo de la rampa, pero tan lejos estaban de la tierra que,
al gritar a los de abajo,
estos entendían mal. Para peores,
las órdenes de unos se oponían a las órdenes de otros.
Así
fue como unos subían argamasa
adonde debían llegar las palancas y otros reparaban herramientas
sin que hubiera quien las llevara.
Por
fin, la construcción empezó a hacerse
irregular; las cuerdas se cortaban en las salientes y caían poleas
y cestos. En algunos lugares
sobró liga y en otros faltó y ya al
final del caos, la
torre fue suma de error
sobre error, inclinándose peligrosamente.
Tal fue la locura de los constructores que,
al seguir cargando de ese modo la obra,
esta falló en sus cimientos y se
derrumbó, arrastrando con ella a sus directores desde lo alto de los
cielos a lo mas bajo de la tierra.
Entonces,
los sabios se reunieron y dijeron:" Aprovechemos el material para algo útil. Dispongamos todo para
que vuelva algún beneficio a nuestro pueblo".
Y
así sucedió que las aguas fueron
apresadas y llevadas
a lejanos lugares de
cultivo, las viviendas
de la población afirmadas, y las murallas
extendidas para la defensa y no para el ataque.
Todo
se sumó para beneficio del pueblo
y el pueblo trabajó viviendo en paz consigo mismo y en
amistad con sus vecinos.