jueves, 24 de noviembre de 2011

Principios de la acción válida - 4º El Principio de proporción

4º El Principio de proporción.


     "Las  cosas  están  bien  cuando  marchan  en  conjunto,  no aisladamente".

   Esto  quiere  decir,   que  si  impulsados  por  un  objetivo, desacomodamos toda nuestra vida,  el logro del resultado  buscado se vera sometido a numerosos accidentes y aún,  si  efectivamente se consigue,  tendrá amargas consecuencias.     Si,  para obtener dinero  o prestigio,  desacomodamos nuestra  salud,  sacrificamos nuestra gente querida, nos despreocupamos de otros valores, etc., es  posible  que  surjan tales accidentes,  que  no  logremos  el resultado  buscado.  En otros casos,  puede ser que lo  obtengamos pero  ya no habrá salud para disfrutarlo,  ni seres queridos  con quienes compartir, ni otros valores que nos den sentido.

   "Las  cosas están bien cuando marchan en conjunto" y  esto  es así, porque nuestra vida es un conjunto que requiere equilibrio y desarrollo  adecuado,   no  parcial.   Si  bien  hay  cosas   mas importantes que otras,  cada persona debería tener una  verdadera escala  de  valores  para que  lo  primario,  lo  secundario,  lo terciario,  pudieran cumplirse proporcionalmente.  Con la  fuerza que  debe  aplicarse  a cada cosa de  acuerdo  a  la  importancia fijada, todas marcharían en verdadero conjunto.

   Ilustremos lo explicado con una leyenda en la que las acciones desproporcionadas producen efectos desastrosos:

Cuatro  magos vivían en amistad. Tres de ellos  alcanzaron  una gran  instrucción  pero carecían de juicio. El otro  aborrecía  la instrucción, pero su razonamiento era excelente. Uno de los magos dijo:" De que vale el juicio sin instrucción? Podrá saberse que es bueno y que es malo,  pero no cómo hacer una cosa u otra".
   Para ilustrar lo dicho, el menor de ellos comentó:
   "Mañana  debemos estar en Persépolis pero hay hasta  allá  una gran  distancia,  de  manera que en un día nuestros  camellos  no podrán   recorrerla,   pero  con  nuestra  instrucción   podremos hacerlo".
   Entonces,  le  pidieron  al juicioso que acercara uno  de  los camellos y así uno estiró sus piernas hasta la altura de una casa del silencio,  el otro amplió sus lomos de manera que los  cuatro cupieran  en otras tantas jorobas y el restante mago se  preocupó de darle al animal,  un cuello tan largo que pudiera divisar a la distancia cualquier punto de interés.
   A  la  mañana siguiente,  montaron solo tres,  porque  el  mago juicioso  dijo: "Mejor  tres que cuatro cuando  los  problemas  se suman".
   Y los tres magos montaron riendo del temeroso. La carrera comenzó a gran velocidad,  pero al poco tiempo,  no hubo  agua  que pudiera colmar la sed  de  semejante  animal. Para colmo  las  fuertes  areniscas daban en la  cabeza  altísima  del enorme  monstruo,  de tal manera que en lugar de  erguirla colocarla como serpiente que va veloz tras su presa.
   Así,  debilitado  el camello y desequilibrado por  la  anormal postura de su cuello,  terminó cayendo como una torre a la que le fallan los cimientos.
   Triste fue el regreso de los magos,  pero afortunadamente,  el juicioso los esperaba para reconfortarlos.
 Sea  como  fuere,  no llegaron a tiempo al lugar  propuesto  y perdieron sus negocios.
   Otro día,  los cuatro encontraron un animal muerto y queriendo probar  al juicioso,  el valor de  la  instrucción,  dijeron: "Ea, hagamos algo por este pobre león muerto. Pero ahora pongámonos los tres de acuerdo a fin de que todas las partes coincidan bien y en un  conjunto  razonable,  porque  aquel asunto  del  camello  fue habilidad de cada uno, pero no de los tres".
   El primero, entonces dijo:
- Yo se como unir el esqueleto.
   El segundo dijo:
   - Yo puedo suministrar piel, carne y sangre.
   El tercero dijo:
- Yo puedo darle vida.
   De  este  modo,  el primero juntó  el  esqueleto,  el  segundo proporcionó piel,  carne y sangre. Y mientras el tercero intentaba darle vida, el mago de juicio aconsejó contra esto, observando:
- Este  es  un león. Si tu le das vida,  matara a  cada  uno  de nosotros.
- Simplón! - dijo el otro -, yo seré el que reduzca tu buen juicio a nada.
- En este caso - fue la contestación - espera un momento,  mientras yo me trepo a este árbol conveniente.
   Cuando  hubo hecho esto,  aquel dio vida al león,  y  este  se levantó  y mató a los tres y luego que el león se hubo  retirado, el mago juicioso bajó del árbol y se fue a su casa.

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