martes, 13 de diciembre de 2011

Principios de la acción válida - 6º El Principio del placer

6º El Principio del placer.


     "Si persigues el placer te encadenas al  sufrimiento.  Pero, en tanto no perjudiques tu salud,  goza sin inhibición cuando  la oportunidad se presente".

   Este Principio puede resultar chocante en una primera lectura, porque se piensa que se esta diciendo: "Goza aunque perjudiques a otros,  ya que el único freno es tu salud personal".  Pues  bien, eso no se esta diciendo. En realidad se explica que es absurdo el deterioro  de la salud por el ejercicio de placeres exagerados  o directamente  nocivos.  Pero además,  se destaca que la  negación prejuiciosa del placer produce sufrimiento;  o que el  ejercicio del placer con problemas de conciencia,  también es  perjudicial. En fin,  la idea principal es aquella de no perseguir el  placer, sino  de  ejercitarlo sencillamente cuando se  presenta,  ya  que buscar  cuando  no esta presente el objeto placentero  o  negarlo cuando aparece, siempre son hechos acompañados de sufrimiento.

   A este principio (como a todos los otros),  no hay que sacarlo del conjunto o interpretarlo de manera que se oponga a otros.  De este  modo,  hay otro Principio que dice:  "Cuando tratas  a  los demás como quieres que te traten,  te liberas". Por consiguiente, el sentido cambia cuando se ejercita el conjunto, no un Principio aislado.

   En  la siguiente leyenda se describen posturas  equivocadas  y justas frente al objeto de placer:

   El  maestro regaló a la asamblea de sus discípulos  un  pastel mágico,  del que se podía comer tanto cuanto se deseara,  sin que por ello menguara en sus dimensiones.  La condición era comer una sola vez al día.
   Ese  presente dio el maestro,  al emprender un largo  viaje  y para evitar problemas menores a la comunidad de monjes.
   Un primer discípulo probó el pastel y quedó maravillado por el sabor  exquisito. Pero a poco de saciarse,  comenzó a imaginar  la ración  del  día siguiente. Así,  de día en día  su  obsesión  fue creciendo. Tan  intolerable  se  hizo aquello  que  decidió  poner termino  a  la situación comiendo una porción tal  que  su  deseo quedara  satisfecho hasta la ración siguiente. Pero  todo  terminó con  una  indigestión tan tremenda que lo llevó al  borde  de  la muerte.
   En recuerdo de aquello,  se colocó en el frente del monasterio una  placa con la siguiente inscripción: "Sufre el que busca y  el que desea conservar".
   Un  segundo discípulo tomando en cuenta lo sucedido  no  quiso probar  al  principio del pastel,  no obstante su  gran  deseo. Se había dicho que el placer llevaba al dolor y que, por tanto, para no  sufrir no había tampoco que gozar. Una cosa llevaba a la  otra según  probaba  la  experiencia. Pero  sucedió  no  obstante   que diariamente  el asceta imaginaba montañas de pasteles  sin  poder probar  un  solo bocado. A  veces,  al  dormir,  enormes  pasteles poblaban sus sueños y despertaba sobresaltado como alguien que es mordido  por una de las grandes hormigas solitarias. En  fin,  que para  evitar  mayores sufrimientos,  un día probó  un  trozo  del maravilloso   alimento,   logrando   con  esto   traicionar   sus convicciones y además, aumentar la obsesión.
   En  el  frente del monasterio se fijó una  segunda  placa  que decía: "El pecado no esta en el pastel ni en la barriga,  sino  en lo que se sueña y piensa por arriba".   Finalmente, un tercer discípulo se preguntó por las tareas que había  encomendado  el  maestro antes de la  partida. Vio  que  el monasterio y la chacra y los animales habían quedado descuidados, que  las diversas opiniones en torno al asunto del pastel  habían dividido  a la comunidad. Y entonces,  empezó a hacerse  cargo  de todo antes del regreso del maestro. Mientras ponía orden en uno de los  recintos,  encontró  el motivo del  escándalo. Se  detuvo  un momento,  cortó un buen trozo y lo saboreó  lentamente. Luego,  se olvidó  del  asunto tan atareado como estaba con el  trabajo  del monasterio.
   Al regresar el maestro, se encontró con los dos carteles en la entrada   de  la  casona  y  pidió  que  se  le  explicara   todo aquello. Esto motivó que el maestro se deshiciera del pastel. Luego dijo: "Se ha cometido una gran injusticia. Poned una tercera  placa que  proclame: El exceso de un tonto fuerte y el ascetismo  de  un docto débil, llevan al mismo resultado. Para el santo es el trozo, que tanto problema deja al codicioso".

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